¡Buenos días!
Como bien sabéis, la semana pasada hicimos una excursión a la granja-escuela Baratze. Fue un día muy divertido para todos en el que vuestros hijos e hijas aprendieron muchas cosas de esta experiencia.
El viaje de ida fue ameno, a pesar de que al principio se hizo un poco difícil ya que los niños y niñas estaban nerviosos por desconocer el lugar al que íbamos pero a la vez ansiosos por ver todo. Rápidamente buscamos una solución: pusimos un CD de canciones infantiles y pasamos cantando y riendo lo que quedaba de trayecto.
Una vez que llegamos allí, dos encargados nos enseñaron el lugar, y para que los niños se familiarizasen con este, nos contaron un cuento sobre la primavera, estación en la que nos encontramos. Como el cuento hablaba sobre la naturaleza y sus seres vivos, tras terminarlo salimos a dar un paseo, primero por el bosque que rodea el caserío y después por la zona en la que se encuentran los animales. Nos dividimos en cuatro grupos de cinco, les proporcioné una cámara de fotos a cada grupo y les propuse que sacasen fotografías de todas aquellas cosas que les gustase y les llamase la atención con el fin de luego realizar un cuento en clase con ellas.
Sacaron fotos realmente bonitas y creativas, algunos se fijaron más en los animales que nos íbamos encontrando por el camino, otros grupos en las flores, y lo que todos fotografiaron con entusiasmo fueron los animales de la granja. Pero sin duda, la característica común que unía a los cuatro grupos fue el entusiasmo y la sorpresa que sentían al descubrir cosas nuevas.
Ane encontró un caracol y me lo vino a enseñar, y como ella, Paula y Lucía, que también la acompañaban, comenzaron a hacer preguntas sobre los caracoles, hicimos una parada y entre todos contamos lo que sabíamos sobre estos moluscos: que son unos animales, que son blanditos y con cuernos pero que también tienen una concha dura, que salen cuando llueve... Los aprendices visuales aprendimos visualmente y con la experiencia mejor que nunca, pues aprendimos viendo, tocando y experimentando. Se oyeron expresiones como"¡Ugg!", "¡Qué blandito es!", "¡Le toco los cuernos y se esconde!". Al terminar, dejamos de nuevo el caracol en el suelo y seguimos con nuestro camino.
Después de comer y para finalizar la excursión, hicimos un bizcocho entre todos que en el autobús comimos para merendar. Nos sentimos chefs por un rato: jugamos con la harina, batiendo los huevos, probando la masa... Todos se implicaron totalmente en la actividad y aprendieron cómo, aunque no lo parezca, algunos alimentos están dentro de otros aunque no los veamos. Esto fue algo muy impactante para ellos pero enseguida lo relacionaron con su día a día: ellos comen la comida, pero aunque luego ya no la vean, sabemos que está en nuestra tripa. Fue una conexión de ideas que realmente me llamó mucho la atención.
El viaje de vuelta fue más tranquilo porque ya habían vivido la experiencia y además se encontraban cansados.
Sacaron fotos realmente bonitas y creativas, algunos se fijaron más en los animales que nos íbamos encontrando por el camino, otros grupos en las flores, y lo que todos fotografiaron con entusiasmo fueron los animales de la granja. Pero sin duda, la característica común que unía a los cuatro grupos fue el entusiasmo y la sorpresa que sentían al descubrir cosas nuevas.
Ane encontró un caracol y me lo vino a enseñar, y como ella, Paula y Lucía, que también la acompañaban, comenzaron a hacer preguntas sobre los caracoles, hicimos una parada y entre todos contamos lo que sabíamos sobre estos moluscos: que son unos animales, que son blanditos y con cuernos pero que también tienen una concha dura, que salen cuando llueve... Los aprendices visuales aprendimos visualmente y con la experiencia mejor que nunca, pues aprendimos viendo, tocando y experimentando. Se oyeron expresiones como"¡Ugg!", "¡Qué blandito es!", "¡Le toco los cuernos y se esconde!". Al terminar, dejamos de nuevo el caracol en el suelo y seguimos con nuestro camino.
Después de comer y para finalizar la excursión, hicimos un bizcocho entre todos que en el autobús comimos para merendar. Nos sentimos chefs por un rato: jugamos con la harina, batiendo los huevos, probando la masa... Todos se implicaron totalmente en la actividad y aprendieron cómo, aunque no lo parezca, algunos alimentos están dentro de otros aunque no los veamos. Esto fue algo muy impactante para ellos pero enseguida lo relacionaron con su día a día: ellos comen la comida, pero aunque luego ya no la vean, sabemos que está en nuestra tripa. Fue una conexión de ideas que realmente me llamó mucho la atención.
El viaje de vuelta fue más tranquilo porque ya habían vivido la experiencia y además se encontraban cansados.
Os dejo la página web de Baratze (pinchad aquí) sobre para que vosotros también conozcáis el lugar además de enseñaros algunas imágenes de la excursión para que podáis ver lo bien que lo pasamos.
Espero que os gusten, un saludo.
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